IBA 2019 – COMITÉ DE COMERCIO EXTERIOR
USA vs China, Japón Vs Corea, USA vs México, China Vs Australia y todos contra todos y nadie contra nadie. Sería simplista creer que las guerras comerciales solamente se deben al “fenómeno Trump”, pues la realidad es qué hay factores más complejos que las explican.
Las guerras comerciales son acciones tomadas por los países con bases legales y en algunos casos ilegales abusando de posiciones privilegiadas para desestimar prácticas de mercado.
Con la caída de la Unión Soviética en los noventa sólo quedó una súper potencia en el orden mundial, que mientras pudo, marcó unilateralmente la agenda comercial del planeta, pero casi treinta años después emergieron nuevos jugadores con otras reglas.
Los chinos abrieron su economía a finales de los años setenta. A comienzos de los ochenta, tomaron medidas para poner fin a su aislamiento, dando entrada al FMI, al Banco Mundial y una campaña para reincorporarse al Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT), del cual se había retirado en 1950.
La adhesión de China a la OMC en el 2001 pudo haberse leído como la incorporación del jugador rebelde a las reglas del tablero, pero pocos previeron las consecuencias de haberlos incorporado bajo la etiqueta de “país en vías de desarrollo” y todos los beneficios que traía consigo.
El presidente Trump ha sostenido que los tratados firmados por los EUA son abusivos para la economía americana y por eso deben revisarse. Una de las razones invocadas por la administración Trump para la renegociación de NAFTA fue que algunas empresas asiáticas se instalaron y manufacturaron desde México para importar a los Estados Unidos con los beneficios del tratado como si se tratara de productos mexicanos.
Por su lado, los chinos atribuyen el conflicto comercial al dólar y la sujeción que el mundo tiene con la divisa para realizar operaciones internacionales. Los chinos no ven el
conflicto como una guerra de comercio sino de industria y manifiestan abiertamente no querer pelear, pero se quejan de que los EUA quieran borrar todo lo avanzado en los últimos años y estar en contra de los “países en desarrollo”, mientras que los norteamericanos reviran acusando constantemente a China de violaciones de propiedad intelectual e imponiendo tarifas arancelarias a sus productos.
Los japoneses dicen estar en medio del conflicto comercial y ser los más afectados, pues gran parte de sus operaciones las basaron en mandar materia prima a China para procesarla y desde ahí exportar el producto final al mundo, pero dada la situación sus productos quedan etiquetados con origen chino y sujetos a las tarifas y restricciones comerciales y mover la producción de vuelta a Japón resulta tan caro como la misma situación que ahora sufren. Los australianos tampoco están exentos y no ocultan su preocupación de ser socios de los EUA, pero al mismo tiempo la geografía y sus necesidades los atan al comercio chino.
Mientras que la OMC pareciera superada por la situación, Estados Unidos no cesa de pedir cambios y consideraciones a los chinos. Los asiáticos se niegan a ceder y buscan simpatías y aliados en los países latinoamericanos invitándolos a sumarse a la “Belt & Road Initiative”, a la cual ya se han unido El Salvador, Costa Rica y Panamá. La Iniciativa del “cinturón y la carretera” de China ha tenido eco en el Caribe y gran parte de América Latina, pero ni México ni Brasil han firmado al menos un memorando de entendimiento con China y los amazónicos no esconden su temor en que la adhesión podría provocar que la potencia americana le impusiera sanciones.
Así como los EUA tienen derecho a buscar el retorno de las inversiones a su país, los chinos también tienen el derecho de conservar la cadena de producción en su territorio.
Los chinos citan como alegato para no ceder, la presión que los EUA ejercieron sobre México para cambiar NAFTA por el T-MEC, pero los norteamericanos citan el mismo ejemplo para ubicarse como abiertos a nuevas negociaciones.
Cada parte tiene su propia versión de lo que está ocurriendo, pero lo cierto es que esto apenas es el inicio de una batalla épica, pues más allá de la imposición de tarifas arancelarias, lo que en realidad está en juego es la implementación de la ideología política y la práctica comercial que prevalecerá para el resto del siglo.
La tendencia Trump es dejar el multilateralismo y optar por acuerdos uno a uno entre las naciones y recientemente desde la tribuna de las Naciones Unidas, ha expresado abiertamente que el futuro no es de la globalización sino de los patriotas y pareciera que los chinos le dan la razón cuando caemos en cuenta que han firmado Tratados Bilaterales de Inversión con Belice, Costa Rica, Honduras y el propio México. Los Tratados de Inversión Bilaterales son un acuerdo de bajo nivel que esencialmente codifica los mecanismos para invertir en los países de cada uno y protege los derechos de los ciudadanos de cada uno al hacerlo.
Habrá que acostumbrarse a la tensión y esperar cambios en los costos y la calidad de los productos.
El escenario positivo alcanza para pensar en pequeños paquetes moderados de soluciones, mientras que el escenario pesimista es que los golpes entre las economías continuaran y el consumidor final terminará siendo el más perjudicado.
Esto es una competencia que con los años tendrá un ganador, pero mientras los EUA parecen cerrarse al mundo, China invita abiertamente a hacer dinero con ellos y es muy difícil no caer seducido frente la oportunidad de un mercado de 1,300 millones de consumidores.
Las coincidencias entre las naciones son que la situación es un desastre, que se persiguen fines políticos disfrazados de comerciales, los sistemas e instituciones convencionales tambalean y todos urgen de soluciones, mientras esperan la llegada de un nuevo tweet que empeore todo.