México, es el país número uno en obesidad infantil, y el segundo lugar en obesidad de personas adultas, donde un 32.4% sufren de esta enfermedad, esto de acuerdo con los datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud. De igual manera, recordemos que somos el quinto país con más casos de diabetes, con un acumulado alrededor de 12 millones de enfermos.
En la actualidad, el ámbito regulatorio representa un reto para la economía global, pues deriva en una constante tensión entre el sector privado y la supervisión a lo que lo someten los órganos regulatorios, lo cual constituye un riesgo importante.
Derivado de las alarmantes cifras, el gobierno finalmente decidió modificar la Norma Oficial Mexicana 051, las cuales trajeron como consecuencias las nuevas reglas en el etiquetado frontal para alimentos y bebidas procesados, las cuales, como sabemos, son en gran parte una causa importante en la obesidad infantil.
En ese sentido, el primero de octubre pasado entró en vigor el nuevo etiquetado frontal para alimentos y bebidas procesadas. Dicho etiquetado consiste en advertencias al consumidor sobre si un producto tiene exceso de calorías, sodio, azúcares, grasas saturadas o grasas trans; igualmente, en productos que contengan edulcorantes, o exceso de cafeína, debe de existir una etiqueta que advierta de esto a las personas, por ejemplo, no recomendable en niños. Resulta destacable que el proyecto fue aprobado en Cámara de Diputados con 455 votos a favor y cero en contra.
El nuevo etiquetado se basa en las guías alimentarias diarias de alimentación, las cuales el consumidor promedio no conoce, aunado al hecho que contiene términos muy poco específicos. De esta forma, la autoridad sanitaria prevé que el consumidor así podrá decidir si adquiere un producto o no, y si éste le puede causar problemas a su salud sin la necesidad de tener que analizar toda la información nutrimental.
Es importante destacar que, la PROFECO ha manifestado que el incumplimiento de las nuevas reglas de etiquetado podría traer como consecuencia la imposición de sanciones pecuniarias que irían hasta los 782 mil pesos aproximadamente, aparte de la inmovilización de los productos en bodega. Aunado a lo anterior, si se desea hacer publicidad de estos productos en televisión, cine, Internet o redes sociales, tenemos que solicitar un permiso a COFEPRIS. Realmente resulta sorprendente que, para poder anunciar unas gomitas de dulce en televisión, se necesite el permiso de COFEPRIS.
Fuera de las consecuencias jurídicas que esto conlleva, existe un problema con la publicidad de este tipo de productos, pues aquellos que contengan alguna de las etiquetas antes mencionadas, no podrán ostentar ningún personaje infantil, animado, deportista o cualquier elemento que incite a la población infante a adquirir estos productos. Esto quiere decir que, el Tigre Toño de Zucaritas ya no podrá existir, o Melvin de Choco Crispis., pero ¿realmente es necesario satanizar así a los productos?
Lamentablemente el gobierno no ha entendido, o no ha logrado exponer de manera correcta una campaña donde fuera de prohibir y satanizar alimentos, promueva una correcta dieta balanceada, pues es mucho más fácil lograr que una persona coma porciones pequeñas de un alimento “no tan nutritivo”, a literalmente dejarlo ver como si su consumo responsable fuera invariablemente a traer consecuencias negativas a la salud. Definitivamente, en la lucha de la obesidad no tiene por qué ser blanco o negro, bueno o malo, se trata de un consumo responsable y una educación nutricional adecuada.
1 comentario
Si bien se hace necesario combatir los males gravisimos que genera la diabetes y obesidad entre otros, faltaría ser más preciso por parte de las autoridades sanitarias de las acciones a seguir en la materia. Faltaría también que las autoridades educativas, revaloren la importancia de la actividad física, fundamentalmente en los primeros años pues esto generaría hábitos sanos entre nuestros niños y jóvenes.
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