Tal y como lo hemos platicado en diversas ocasiones, una marca es todo signo perceptible por los sentidos y susceptible de representación gráfica, cuya finalidad primordial es distinguir productos o servicios de otros de su misma especie o clase en el mercado.
De ahí que, cuando pensamos en marcas, por lo general, lo primero que se nos viene a la mente son las conocidas marcas tradicionales, es decir, las que comprenden denominaciones, números, letras, elementos figurativos y colores. Sin embargo, es sumamente importante no perder de vista que, en la actualidad, es
posible registrar en nuestro país marcas no tradicionales como lo son las marcas de olor, los signos holográficos, las de certificación y las sonoras, pues dichas marcas representan una gran oportunidad para las compañías de otorgarle una mayor distintividad y reforzar la identidad de sus productos o servicios.
Si bien, el tema de las marcas no tradicionales resulta sumamente interesante, por temas de extensión en el presente artículo nos enfocaremos únicamente en las marcas sonoras.
De acuerdo con la definición del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) las marcas sonoras constituyen un instrumento de comunicación que, mediante sonidos o combinaciones de estos, distinguen productos o servicios entre competidores y captan la atención de los consumidores.
Las marcas sonoras se pueden conformar por sonidos musicales, sonidos existentes en la naturaleza o producidos por máquinas u otros dispositivos creados por el ser humano.
Para registrar una marca sonora, es necesario que esta pueda ser representada gráficamente, ya sea a través de pentagramas, fonogramas u onomatopeyas, y se deberá describir el sonido de la marca, mediante palabras que indiquen los instrumentos utilizados, las notas o cualquier otra característica del sonido.
Es así como, posterior a la reforma del año 2018, diversas compañías se han dado a la tarea de registrar marcas sonoras, pues es muy cierto que a través de los sonidos, el ser humano es capaz de remitirse a un momento, etapa o recuerdo de nuestra vida, por lo que dicha habilidad ha sido explotada durante los últimos años por los mercadólogos y publicistas para obligarnos inconscientemente a asociar sonidos a productos o servicios específicos, esto, incluso, antes de que se pensara siquiera en la posibilidad de que los sonidos constituyeran una clase de marca.
Los ejemplos de marcas sonoras son infinitos, sin embargo, considero que no podría cerrar este artículo sin mencionar aquellas que han marcado generaciones por completo, tal es el caso del tono del celular Nokia, el rugido el rugido del león de la Metro-Goldwyn-Mayer Lion Corporation, el sonido del motor de una Harley
Davidson o la respiración del personaje de Star Wars, Darth Vader.
En nuestro país, existen a la fecha, más de 70 registros de marca sonora, entre los cuales podemos encontrar el tono de la marca colchones Spring Air, el sonido de una cuchara golpeando un vaso de las cafeterías La Parroquia y el tono con tintineos de “Televisa presenta”.
Sin duda alguna, el uso de las marcas sonoras puede llegar a representar una gran herramienta para impulsar un producto o servicio, ya que ésta puede constituir un gran complemento de las marcas tradicionales, es decir, pues en ocasiones los consumidores no se detienen a ver a detalle una publicidad y, por consiguiente, no ponen mucha atención a los elementos gráficos de las marcas, sin embargo, al
agregar sonidos distintivos a productos o servicios específicos, a la larga, abre la posibilidad de que de manera involuntaria las personas los asocien.